Texto de Claudia Toro

Hay un día en que algunas cosas comienzan.
Comienzan como lo hacen muchas otras cosas.
La oficina proyectista antes de serlo era una oficina vacía en un edificio como este, en una calle como esta, en una ciudad como esta, con puertas como estas, con el número 82 en el vidrio, un vidrio como este...lleno de alambres adentro.
Y también estaban Sonia y Pablo y Alejo esperando poder hacer dentro de la oficina lo que estaba afuera pero que podía ser contenido por ella.
Entonces ellos dieron origen a este espacio como contenedor, contemplador, conductor...como una especie de útero, de matriz, de ángulo plano y corpóreo capaz de contener múltiples ideas y proyectos y darles luz.
Hoy, luego de haber transitado por ella de muchos modos y durante muchos tiempos, concibo a la oficina como un cubo mágico, como un espacio móvil, transportable, pocket; como un cuento de Cortazar, casi atemporal y por ello extremadamente contemporáneo, permeable. Un espacio no espacio... digno de ser atravesado o transversalizado por infinidad de puntos. Y es un espacio, es un espacio pequeño...lo es y es concreto y a la vez es etéreo, se deja portar y porta... se deja perforar y perfora...quizá como imagen de Bachelard respecto a la miniatura: finalmente este espacio es inmenso, un mundo inmenso.
Llegada la instancia de parar y mirar, pararse sobre algunos puntos y transportar desde ellos ciertas líneas hasta el infinito concepto del diálogo que puede contemplar una mirada, como muchos ojos contra la ventana, desde adentro hacia afuera y también lo contrario...entonces los ojos se chocan en el punto translucido del cristal y rebotan y entran y salen, pero la mirada se detiene cuando una palabra sale y la palabra se detiene cuando la mirada entra y todo se cierra sobre un clavo o una marca en la pared donde algo se suspende por un instante. Creo que hay magia aquí, algo de ciencia mítica, alguna vieja filosofía, algún pensamiento ancestral en las tinieblas cuando la luz de la ofi se apaga.
No sé, siento que no solo yo veo estas cosas aquí ¿verdad?
Claudia Toro